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Verano cultural de Trébago

Trébago, 20/12/2006. Como fin de las actividades del “verano cultural de Trébago” se ha presentado hoy en Logroño, a las 8 de la tarde, en la Librería Santos Ochoa, el libro MI PRIMER VERANO EN TRÉBAGO, del autor soriano Antonio de Benito, con ilustraciones de Mª José Achiaga y editado por Palomero-Delgado editores.

La presentación ha llenado la sala. Juan Palomero ha destacado el hecho de que Trébago existe y lucha porque se siga dando a conocer en todos los ámbitos posibles, aunque en invierno queden en el pueblo pocas personas.
Antonio de Benito ha resaltado el hecho de que un pueblo tan pequeño como Trébago, a los pies de la Sierra del Madero, tenga dedicado un libro, y ha hecho un repaso del cuento en forma de poesía, que reproducimos a continuación:

MI PRIMER VERANO EN TRÉBAGO

Queridos niños y niñas,
adultos, público en general,
os voy a contar la historia
de un verano singular,
que viví hace ya algún tiempo
en un misterioso lugar.

Trébago se llama ese pueblo
a las faldas del Madero está,
allí nació Cayo, mi abuelo,
el padre de mi papá.

Todo comenzó hacia junio
con cinco suspensos bajo el brazo
un padre muy enojado,
que me llevó hasta Trébago
para darme un escarmiento majo.

Llegué a Trébago con mi padre
y al abuelo saludé,
mas un escalofrío intenso
recorrió todo mi ser.

La casa junto a la plaza,
en la plaza un torreón,
en el torreón una sombra
de la que me enamoré yo.

La sombra se llama Salma
le gustaba leer libros,
todo el verano juntos,
uniendo nuestros destinos.

La pequeña niña Salma,
la de la piel africana,
los ojos como carbones
la mirada siempre cercana.

Aprendí lo que era un pueblo,
a comer en el puchero,
a levantarme temprano,
a bañarme en el arrollo,
cerca del río Manzano
y a dormir mirando al cielo.

Por el pueblo comentaban
que hace ya mucho tiempo,
un rey más fiero que fiero,
-al que llamaban Sartén-
quiso demostrar su nervio,
y levantó un enorme pedrusco,
-el dolmen más robusto-
y al acabar el empuje,
la piedra se le echó al cuerpo,
y lo sepultó allí justo.
Nada nunca más se supo,
de aquél tío Sartén.
unos decían que muerto,
otros que fantasma vivo
y los más ociosos luego,
dijeron que era mi abuelo.
que se comía a los niños,
de un bocado certero,
a los que no bailaban
en las fiestas del pueblo,
a ésos los primeros.

Y el verano que pasaba,
y las fiestas se acercaban,
danzar el baile a la Virgen
lo que más me preocupaba.
Hasta que llegó mi padre,
con su cochazo flamante,
y todo lo fastidió,
por culpa de su desplante.

Pero no podía ser
que un verano tan bueno,
terminara de tal ver,
y gracias a Cayo, mi abuelo,
y al ingenio de unas manos,
el cochazo de mi padre
más que un coche
pareció un manzano
y allí nos quedamos,
mi padre aprendiendo a conocerme
y yo en el mágico Trébago,
mi pueblo para siempre.

Al finalizar el acto ha habido un vino español para todos los asistentes. En definitiva, un bonito colofón al verano cultural de Trébago, que esperamos se repita en años venideros.

Gracias, Antonio, por deleitarnos con tu libro.