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El conejo de monte:
un futuro incierto



por Fernando Clavel Pardo

En lo que pretende ser una serie sobre la fauna silvestre de Trébago, vamos a ocuparnos de una especie que, teniendo una gran importancia (tanto desde el punto de vista ecológico como cinegético) está atravesando una situación muy delicada.

Hasta la década de los años cincuenta, el conejo era abundante en toda la Península Ibérica, a pesar de ser base de la alimentación de muchos depredadores y objeto de una intensa caza por parte del hombre. Nada parecía amenazar su futuro, ya que la formidable capacidad reproductiva de esta especie hacía que la población de conejos se mantuviera más o menos estable cada temporada.

Sin embargo, hace unos cuarenta años, un médico francés intentaba acabar con las plagas de conejo que asolaban algunas regiones y, para ello, introdujo un virus que existía únicamente en la especie brasileña. A éste le provocaba únicamente una enfermedad leve, pero tuvo unos efectos demoledores sobre el europeo: la mixomatosis. La enfermedad se extendió rápida y fulminantemente y, una vez en España, diezmó la población de conejos de una manera brutal. A partir de ese momento, se han ido sucediendo nuevas situaciones adversas que le han impedido recuperarse en muchos lugares, incluido nuestro término.
Un animal social y prolífico.
El conejo gusta de lugares en los que encuentren dos requisitos: pasto y refugio cercano. Por ello es más abundante en zonas de pradera próximas a matorrales, zarzales o rocas. No es amante del agua, huyendo de la humedad; muestra de ello es que cuando, después de la lluvia, el campo está mojado, resulta más fácil verlo en las carreteras.

Los conejos suelen formar colonias jerarquizadas que se organizan alrededor del cado o vivar. Este es un conjunto de túneles de unos 15 cms. de diámetro que profundizan unos 2 ó 3 metros, haciéndose más complejo con las sucesivas generaciones. Los alrededores de un vivar están tachonados de acúmulos de excrementos o cagarruteros, que señalan el territorio de la colonia.

Al detectar un peligro, los conejos más viejos o experimentados avisan al resto golpeando el suelo con sus patas traseras, provocando la huida desenfrenada al interior del cado. Si algún conejo es capturado, su agudo chillido inmovilizará en la madriguera a toda la colonia.

Una coneja puede producir entre diez y doce gazapos al año, que son fértiles a los cuatro meses de edad: ello nos da idea del extraordinario potencial reproductivo de esta especie. Los gazapos, de cuatro a seis por camada, nacen desnudos, ciegos y sordos, pero abandonan el nido a las tres semanas pesando unos 150 grs. Serán completamente adultos a los siete meses y medio, cuando alcanzan un peso de 900 grs.

Cuando una colonia es numerosa, las conejas más viejas o de mayor rango social paren en el interior del vivar, mientras que las más jóvenes lo hacen en agujeros llamados gazaperas, excavados por ellas mismas, y que son túneles ciegos de 0,5 a 1 metro de profundidad, acabados en una pequeña cámara. La madre acude cada madrugada brevemente para amamantar los gazapos, y después los abandona tapando la boca con tierra. Los nidos en gazaperas son más vulnerables a ciertos depredadores (sobre todo zorros y jabalíes) pero, en épocas de lluvias abundantes, son más seguros ante las inundaciones.
Causas de la disminución del conejo.
Sabido es que, actualmente, el conejo está en franca regresión en el término de Trébago. Para tratar de diagnosticar correctamente las causas de esta situación, debería hacerse un concienzudo trabajo de campo que analizara todas las circunstancias que, en mayor o menor grado, la provocan. A falta de este estudio, que debería ser necesario antes de realizar cualquier actuación al respecto, podemos hacer una aproximación extrapolando conclusiones de trabajos realizados en otras zonas.

Enfermedades. Tras la llegada de la mixomatosis, en la mitad de los años cincuenta, se produjo una primera oleada de muy elevada mortalidad. Sin embargo, con el paso de los años, ha parecido crearse una cierta resistencia y adaptación del conejo a las diferentes cepas locales del virus y, aunque continúan produciéndose brotes cada verano, la población había comenzado a recuperarse hasta los años 1.988-89. Entonces llegó una nueva enfermedad: la Hemorrágico-Vírica (EHV), que provocó otro radical descenso de los efectivos de esta especie. Este virus procede de Extremo Oriente y se introdujo en Europa por el traslado de conejos domésticos sin las debidas precauciones sanitarias. En este momento, parece ser que este proceso no ha desaparecido y estacionalmente continúa matando un número indeterminado de conejos silvestres, pero dado que no suelen presentar síntomas externos y el período de incubación es corto, resulta difícil detectar animales enfermos por el campo.

Deterioro del habitat. Parece demostrado que la densidad de conejos disminuye, llegando incluso a desaparecer completamente, en lugares en los que el matorral se hace excesivamente denso e invade las zonas de pasto.

En Trébago, al abandonarse desde hace años los trabajos de limpieza del monte, así como eliminarse el ganado caprino, se ha producido un extraordinario aumento del matorral, fundamentalmente de jara estepa. Esta masa impenetrable limita enormemente, con toda seguridad, el número de conejos que pueden albergar nuestros montes.

Depredadores. No se puede hablar a la ligera del verdadero papel que los animales carnívoros desempeñan en la disminución del conejo. Por un lado, es universalmente aceptado que, en condiciones normales, los depredadores no limitan la población de sus presas, sino que consumen los excedentes, manteniendo una cierta estabilidad a lo largo de los años. Sin embargo, actualmente se tiende a pensar que cuando se produce una situación extraordinaria, como la creada por mixomatosis y la EHV, los depredadores contribuirían a mantenerla en el tiempo, retrasando la recuperación.

Caza. La caza por parte del hombre viene a constituir una forma de depredación que, si se efectúa racionalmente, actuando sobre los excedentes, no debe incidir negativamente sobre la población de conejos. Sin embargo, si esta es excesiva, sobre todo en períodos de precariedad como estos, el impacto es negativo.
¿Se puede ayudar a recuperar esta especie?
Después de lo visto anteriormente, las actuaciones que podrían acometerse para aumentar la población de conejos ha de ir en alguna de las siguientes direcciones:

Control de enfermedades. Desgraciadamente, a pesar de ser la causa principal de disminución, no es posible por el momento actuar eficazmente a este nivel, dada la imposibilidad de vacunar a los conejos en la naturaleza. Se ha intentado, en ocasiones, fumigar con insecticidas las bocas de los cados y sus alrededores, con el fin de eliminar a los insectos picadores que transmiten la mixomatosis, pero se obtienen pobres resultados. Además, este tratamiento es inútil para la EHV, puesto que este virus se transmite por el aire, sin necesidad de vectores.

Control de predadores (zorros). A pesar de que es la que más alegremente se aplica, esta medida es objeto de fuerte controversia por parte de los especialistas, y antes de llenar el monte de lazos y cepos deberíamos reflexionar sobre algunas cuestiones:
  • En primer lugar, no es deseable una excesiva disminución de depredadores, ya que ayudan a mantener en buen estado una población de conejos. Entre otras razones, porque eliminan animales tarados y enfermos; al hacer desaparecer conejos agonizantes o muertos, que son focos infectantes, dificultan la expansión de la enfermedad. Es pues, necesario, antes de comenzar un control de este tipo el conocer cuál es la auténtica densidad de zorros en la zona, y si la presión que ejercen lo justifica.
  • El zorro es el carnívoro que más está proliferando a causa de su gran capacidad para alimentarse de cualquier cosa, vivir en cualquier medio y reproducirse con gran rapidez cuando las condiciones le son favorables. Es un oportunista que aprovecha todos los recursos que se le ponen a su alcance y es muy difícil controlar efectivamente su población, puesto que, cuanto más zorros se eliminen, más zorreznos nacerán para reemplazarlos.
  • El sistema de control deberá ser selectivo para el zorro, puesto que si se eliminan otras especies de predadores, además de infringir la ley (son especies protegidas y, alguna, en peligro de extinción) estaremos favoreciendo al zorro, que tiene una mayor capacidad de recuperación. Sistemas selectivos son las batidas de descaste y, en menor medida, los lazos con tope y colocados a la altura adecuada.
Mejoras en el monte. En algunos lugares se ha aumentado muy apreciablemente el número de conejos rozando zonas de matorral y dejando parcelas limpias de vegetación. Estas rozas no tienen por qué tener un diámetro mayor de 100 metros, ya que los conejos difícilmente se alejan más de 40 ó 50 metros del matorral.

Repoblaciones. Es un buen sistema de aumentar la densidad de conejos en una determinada zona, pero resulta caro y difícil realizarlo de una manera efectiva. La experiencia demuestra que si no se hacen correctamente (lo que no resulta tan sencillo) son completamente inútiles, cuando no perjudiciales. Vamos a ver cuales son algunas de las precauciones a tomar cuando se quiere repoblar un coto con conejos:
  • los animales a soltar estarán en condiciones de sobrevivir en la naturaleza, ya que si no han vivido en ambiente silvestre durarán poco tiempo en el campo. Si proceden de capturas mediante hurón, habrá que comprobar que no han sufrido daños en las córneas, lo que suele ser bastante habitual, porque ello limita sus posibilidades de supervivencia.
  • estarán sometidos también a un período de cuarentena durante el cual se les desparasitará, vacunará contra la mixomatosis y EHV, y se les observará para comprobar que poseen un buen estado físico. Esto es muy importante, porque podemos soltar conejos portadores de enfermedades desconocidas para los autóctonos y provocar más perjuicio que el beneficio que pretendíamos obtener.
  • parece ser que en la Península Ibérica existen dos subespecies de conejos de monte. Así pues, deberemos también tener en cuenta que los animales a introducir correspondan a la de los autóctonos.
Conclusión.
Hemos repasado brevemente cuales pueden ser las causas de la grave disminución que sufre la población de conejo en nuestros montes, entre las que se pueden considerar como más importantes las enfermedades y el deterioro del habitat. Hay algunas posibles actuaciones para frenarla, pero las posibilidades de recuperación pasan por una progresiva resistencia natural a la mixomatosis y EHV.


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