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Aquellos viejos veranos Comienza la trilla



por José Lázaro Carrascosa

En la era revivían
los más profundos anhelos,
por recoger la cosecha
y meterla en los graneros.
El fruto de todo un año
de trabajos y sudores,
que con justa complacencia,
veían los labradores
salvo de las inclemencias
del tiempo, y otras menores.

Veranos de antaño,
con viento y con calma,
tendida en la era
se tuesta la parva.
El día está bueno,
¡habrá que trillarla!
Niebla en "La laguna"
¡no temas a nada!
Echa parva grande
que no habrá tronada,
(así nuestro abuelo
lo pronosticaba).
Se arriman los trillos,
las horcas y palas,
se apiensan los machos
con vieja cebada.
Los hombres almuerzan,
tranquilos, en casa,
migas con chorizo,
torreznos y magra.
Se vuelve a la era,
la yunta se engancha
al trillo que rueda
cuando el hombre manda:
¡Hala! ¡Hala! ¡Hala!
Y la dócil yunta
a correr se arranca.
Y así, vuelta y vuelta,
tornando la parva,
orillos barriendo,
soltando manadas.
Suena a mediodía
la vieja campana,
que el mulo más viejo
barrunta, y se para.
Lo monta un muchacho,
que para la balsa
sale con la yunta,
la mete en el agua
el resto de gente
ahueca la parva,
y en cuanto terminan,
ya todos a casa.
Allí nos esperan
la madre y la abuela,
(para la comida
son las que más bregan)
con la mesa puesta,
la sopa servida,
el cocido a punto,
¡Qué rica comida!...
¡Y la corta siesta!
y vuelta a la era,
la tarde está fuerte
(son las dos y media)
los chicos rezongan,
la yunta ratea,
mas todos se alegran
llegando a la era.
Se engancha de nuevo
¡se gira y se gira!
El sol lo hizo todo,
la parva va buena,
dos tornas de pala,
son las cinco y media;
En este momento
llega la merienda
que preparó el ama:
la rica tortilla
de huevo y patata,
que con vino fresco,
y fresca ensalada
hacen las delicias
de aquesta peonada.
El chico más joven
(la yunta no para)
mientras se merienda,
de ésta se encarga.
Y lo hace con gusto,
(él merienda luego)
después... no hace nada:
Se echa en el trillo
(con una talega
la madre le tapa).
Se acaba la tarde,
¡cayó la jornada!
(Hace fresquecillo
cuando se remata
de barrer la parva)
¡Mis viejos veranos!...
¡Fuente de añoranza
de gratos recuerdos
que archivé en mi alma!








Trébago, Agosto 1996


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