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La construcción del cementerio nuevo:
Un ejemplo de colaboración vecinal



por José Lázaro Carrascosa

Fue en el año 1958 cuando el Ayuntamiento de Trébago, en nombre del pueblo y de los vecinos, que habían sido reunidos en varias ocasiones para tratar el tema, inicia las gestiones para la construcción de un nuevo cementerio. Se estima que el actual cementerio, que data de 1822 (1) no reúne las mínimas condiciones exigidas por la dirección de sanidad y además su capacidad es insuficiente. Por ello resuelve dirigirse al Sr. Gobernador Provincial solicitando un Cementerio de nueva planta, petición que resulta respaldada por un informe de la Junta Asistencial Provincial.

El Sr. Gobernador Civil de la Provincia, comprendiendo las razones que alega dicho Ayuntamiento, encarga la redacción del oportuno proyecto por medio de la citada Junta Asistencial Provincial. El proyecto lo realiza y firma en Madrid en abril de 1958 el arquitecto D. Carlos del Río y Orive. La memoria que redacta dice textualmente:
..."El terreno de que se dispone está situado junto al cementerio viejo, que quedará ubicado en el que se proyecta sin necesidad de remover los enterramientos existentes. Este terreno es de buena calidad, poroso, permeable al aire y moderadamente húmedo; emplazado en el extremo oriental de un pequeño altozano, situado al este del pueblo, que es precisamente la dirección contraria a los vientos predominantes en la localidad. Por estas razones, y por tener su desagüe al lado contrario del pueblo sin posibilidad de producirse ningún tipo de contaminación de aguas, ya que además no existen pozos, ni manantiales, ni cursos de otra naturaleza inmediatos en dirección al núcleo habitado, es considerado aceptable el terreno propuesto, pues cumple mejor que ningún otro las condiciones que se exigen en estos emplazamientos"...
La superficie que se proyecta es de 1.133'82 m2, lo que se considera la capacidad adecuada para responder a las necesidades del pueblo de Trébago durante un período de 50 años sin necesidad de tocar las sepulturas ocupadas.

El presupuesto que se adjunta asciende a un total de 152.313'69 Ptas., incluyendo los capítulos de Demoliciones, Movimientos de tierras, Hormigones, Trabajos de Saneamiento y Albañilería, Cerrajería y Carpintería de taller, Pintura, Instalaciones y varios, junto con los honorarios del Arquitecto de redacción, el Arquitecto de dirección y del Aparejador.

El Ayuntamiento recibe este proyecto en 1961, y el pueblo se compromete a realizar los trabajos de demoliciones, movimientos de tierras, peonaje para los albañiles y arrimo de materiales (piedra para las tapias, cementos, arenas etc.).

El día 6 de Marzo de 1961, lunes, los maestros albañiles Andrés Ruiz y Sebastián, su hijo, empiezan a trabajar. Durante los meses de marzo y abril se trabaja intensamente y la obra progresa con rapidez.

El día 27 se comenzó a derruir las paredes del cementerio viejo. Se deshizo la del saliente y parte de la del mediodía y de ambas se arrancaron todas las lápidas que había incrustadas o pegadas. Esta faena de tirar las paredes correspondió a los vecinos Alejandro Córdoba Sánchez (Alcalde del pueblo) y a José Lázaro (Teniente de alcalde y el que esto escribe). La piedra labrada de encima del depósito en la que se lee año 1961 quedó colocada el día 8 de mayo. La subieron al andamio Benito Martínez, Roberto Delgado y Santiago Córdoba y la colocaron en la pared Sebastián Ruiz y un servidor (que fue quien la talló, estando presente en esta tarea Nicasio Pérez). Estaba un día espléndido de primavera, lució el sol todo el día e hizo mucho calor.

El último enterramiento que se llevó a cabo en el cementerio viejo fue el de un niño y tuvo lugar el día 22 de mayo. La obra tocaba ya a su fin. Sólo faltaba cerrar un portillo en la esquina sur de la pared del oeste. Este día estuvo de tormenta y llovió un poco.

El día 26 de mayo se echó el tejado del depósito aunque no se pudo terminar porque faltó teja; este día estuvieron trabajando los vecinos Santiago Córdoba, Mariano Largo, Pedro Ruiz y Santos Martínez. El día 2 de junio se labró todo el recinto al objeto de allanarlo, pues el viejo quedaba bastante más bajo. Esta operación la realizó el vecino Gumersindo Delgado. Le dio dos vueltas con el arado y por la tarde se empezó a nivelar con una arrobadera que se fue a buscar al pueblo de Fuentestrún. El día 3 de este mes se da por terminada la obra, aunque aun quedan por hacer algunas pequeñas cosas. El día 18 de junio se colocó la cruz central, faena en la que colaboró el que esto les narra, resolviendo varios inconvenientes que surgieron debido a que el pedestal no lo hicieron con las características necesarias para su acoplamiento. Tuvimos que hacer una ensambladura en el hormigón fraguado que costó un buen rato. Aún con todo, a las diez de la mañana concluía el trabajo, cumpliendo nuestro propósito de dejar todo terminado antes de que tocaran a misa. Este día en el que la obra del cementerio quedaba concluida fue para el pueblo de Trébago un día de júbilo y de satisfacción general. Los vecinos habían colaborado a lo largo de las semanas de trabajo con esmero y entusiasmo. No obstante, durante los últimos días habían surgido algunos contratiempos de índole muy distinta a lo narrado hasta la fecha, que debemos reseñar.

El día 11 de junio de 1961 se personaron en el Ayuntamiento de Trébago el Sr. Cura párroco y otro compañero a solicitar del Sr. Alcalde y de la Corporación municipal que la propiedad del Cementerio recién construido fuera cedida a la Iglesia. El Alcalde y el Ayuntamiento reunidos en nombre del pueblo acordaron denegar tan inoportuna petición considerando de toda justicia que la propiedad del cementerio tuviera carácter municipal, puesto que la iniciativa y el esfuerzo económico y personal había correspondido al pueblo de Trébago. Este día no pasó ni más ni menos. Pocos días después el Sr. Cura comunicó al Alcalde que el Sr. Obispo le había dirigido una carta -en respuesta a su solicitud de permiso para llevar a cabo la bendición del cementerio- en la que le comunicaba que sólo le autorizaba a realizarla si el cementerio en cuestión era propiedad de la Iglesia.

Hay que hacer constar que el deseo del pueblo de Trébago era que el cementerio fuera propiedad municipal y también que fuera católico. Así las cosas el día 16 de junio de 1961, a las 6 de la mañana, el alguacil del Ayuntamiento hizo público el siguiente bando:
"De orden del Sr. Alcalde se hace saber a todos los vecinos que a las ocho de esta mañana acudirán sin excusa ni pretexto alguno al Ayuntamiento bajo multa de 10.- Ptas. para tratar asuntos relacionados con el cementerio"
Con asistencia de todo el pueblo en general, el Sr. Alcalde abrió la sesión y expuso el problema. La reacción fue unánime. Bajo ningún concepto debía cederse a la Iglesia la propiedad del cementerio que tanto esfuerzo y sacrificio había costado al pueblo, independientemente de que se bendijera o no, máxime tratándose de un servicio que por ley y por derecho depende del municipio.

Terminada la sesión el Sr. Alcalde y el Sr. Secretario salieron hacia Soria en comisión. Enterado del asunto el Sr. Gobernador les dijo en conclusión: "Cuando exista una ley en virtud de la cual haya que regalar los cementerios a la Iglesia, Trébago será uno de tantos, mientras eso sucede ni a Uds. ni a nadie les aconsejo que lo hagan". Así terminaron sin mayores dificultades las cosas y el pueblo se dio por satisfecho, aunque en cierta medida fue privado por estos contratiempos de la celebración de la finalización de las obras, con un día de fiesta y descanso, que bien merecido se lo tenía. Asimismo no tuvo lugar la inauguración con autoridades provinciales y de la comarca - Ágreda y los pueblos de la rinconada- como era costumbre cuando se realizaba una obra de la importancia y envergadura de la que en esta ocasión se trata. En todo caso, quedó constancia del tesón y de la capacidad de sacrificio de un pueblo bien unido.

Las faenas del verano estaban llamando a la puerta y el trabajo de recolección nos hizo pronto olvidar estos acontecimientos, que sin duda ninguno de los protagonistas de esta historia hubiera deseado que se produjeran. La bendición del cementerio -asunto que no había vuelto a preocupar a los trebagüeños- tuvo lugar el día 15 de agosto, en pleno verano, con la asistencia de unos pocos vecinos.

El primer enterramiento en el cementerio nuevo fue el de Fulgencio Martínez y tuvo lugar el 27 de noviembre de este año de 1961.

La primera de las poesías que acompañan a este artículo fue escrita para ser leída en el acto de inauguración del nuevo cementerio. Aunque con evidente retraso, la hacemos ahora de público conocimiento.

La segunda hace referencia a otro trabajo que se llevó a cabo en enero de 1962 en el cementerio, y que consistió en la plantación de 29 cipreses y varias plantas aromáticas en el mismo.

¡Bravo al pueblo que se entrega
al trabajo y sacrificio!
¡Bravo al que aprende el oficio
que el sacrificio le enseña!
A trabajar nos exhortas
y humildes te obedecemos,...
Porque mucho te queremos
y el querer es lo que importa.
Tu eres el fuerte bastión
que ampara nuestra existencia
y eres parte de la esencia
de este sentir: ¡qué emoción
tu amor fraternal me inspira,...
cuando en un haz de grandeza
nos unes en la alegría
lo mismo que en la tristeza.
Una vez más prueba has dado
Trébago, de tu tesón,
una vez más, con razón,
te ves de gloria colmado.
Nuevo día que rubrica
las páginas de tu historia,
que hace honor a tu memoria
y que con honra publica,...
que tus hijos con fervor
(cual abejas diligentes)
con el sudor de sus frentes
de las flores del dolor
siguen libando esa miel
que al mismo enjambre alimenta,
y con su almíbar sustenta
lo grandioso de su ser.
Eres viejo, y de las vida
guardas la sabia experiencia,
por eso tienes consciencia
claramente concebida
de lo que un pueblo es capaz
siguiendo unido y constante,
afanoso y anhelante
y dispuesto a progresar.
¡Sigue por ese camino
Trébago! ¡No retrocedas!
¡Que aún queda mies en las eras
y en la besana tempero!
¡Que tu idea progresista
y tu genio edificante
no vacilen ni un instante
en su carrera altruista!
¡Que no hay trabajo sin premio!
¡Que no hay esfuerzo perdido!
¡Que para el bien no hay olvido
ni sacrificio pequeño!



CIPRESES DEL CAMPO SANTO

Símbolos del más allá
lentos, trepando hacia el cielo,
cipreses del camposanto
que un día de sol y hielo
disteis un beso a la tierra
y contemplasteis su velo.
Ayer en tierra alcarreña
(con gran mimo en el vivero
disfrutabais de la vida
al abrigo del invierno)
y de la noche a la mañana
en una jaula de hierro
que marcha hacia un aquelarre
os visteis tristes y presos.
Cuando os creíais libres
(cipreses vivos y muertos)
de aquel infernal barullo
erais ya huéspedes nuestros.
Habíais llegado a Trébago,
este era vuestro destino
y en el amplio cementerio
os plantamos los vecinos.
Aquí paredes muy blancas,
puertas de hierro dormido,
silencio, mucho silencio,
hace frío, mucho frío...
Cipreses del camposanto
de un pueblo triste que lucha
por sanar, si es su destino.
Primaveras y veranos
hacia otras tierras se han ido...
¿Retornaran? ¡Dios lo quiera!
Un pueblo triste y cansino
que quiere paz y no guerra.
¡¡Cipreses del camposanto!!
Vosotros seréis testigos ...
¡Trébago os quiere libres,
y nunca jamás... cautivos!

______________________
(1) Esta fecha queda avalada por una piedra tallada que se descubrió al hacer la pared del saliente y que pone año 1822, y por un documento del Archivo Eclesiástico que firma en Tarazona el 29 de noviembre de 1822 D. Manuel Castejón (del Seminario Conciliar) y el Obispo de Tarazona ..."dando licencia y autorizando al Cura de la Iglesia Parroquial de Trébago para que ateniéndose a las súplicas prevenidas por el Ritual Romano pueda bendecir y bendiga el Nuevo Cementerio construido extramuros del referido lugar, y así bendecido puedan enterrarse en él los cadáveres de los adultos y párvulos que falleciesen en el mismo lugar y sus términos, todos sin incurrir en pena ni censura..."


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