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Volver a España



por Chavela García Córdoba de Gil

Volver a España es siempre un privilegio
Volver a Trébago es, además, un honor.


Eso sentí yo este año al volver a España, y sobre todo a mi querido Trébago. Llegamos mi marido y yo a España justo el Sábado Santo, comimos con la familia y mis hijos Florencio y Araly que estaban en España, en Soria.

Al día siguiente era Domingo de Pascua y después de cincuenta y cuatro años iba a volver a Trébago a celebrar la Pascua de Resurrección.

No saben la emoción que sentí cuando supe que íbamos a misa a Trébago. Llegamos y entramos a la iglesia, ¡qué alegría al ver la iglesia tan bonita! la habían arreglado y estaba hermosa. Qué bien se veía la pila bautismal ahí en ese lugar, pues luce espléndida, luego el altar mayor, precioso, los demás altares en su lugar, todos muy bonitos, pero la emoción grande fue al ver a mi Virgen del Río Manzano, estaba preciosa, con su mejor manto, lucía espléndida. Oímos la misa muy emocionados, pero además muy a gusto, pues ya estaba la calefacción arreglada y se estaba estupendamente, salimos, saludamos a la gente, y nos fuimos junto con la Virgen, que la subían a la ermita, siguiéndola hasta llegar a la explanada donde la colocaron, estaba preciosa y desde ahí contemplé esa estupenda vista de Trébago que nunca se me olvida.

Ahí empezó la puja por los regalos que tenían de la Virgen. Había vino de Rioja, rosquillos, madalenas, un jamón, agujas, pendientes, cadenas con dijes, en fin, varias cosas, empezaban por ver lo que ofrecían y así fueron subiendo hasta que todo se terminó. Mi marido cogió para mí el dije del caballito de Soria con su cadena, que lo guardo con mucho cariño.

Después, aunque hacía frío, la gente extendió sus manteles en la hierba, y empezamos a cortar en pedazos el Bollo de Pascua para comerlo. ¡Qué delicia! Cómo lo disfruté, cuántos recuerdos vinieron a mi mente. El año de 1948, cuando celebramos el Domingo de Pascua, estábamos toda la familia, cómo gozamos aquel día. Hoy nos faltan muchos, incluso mis padres y hermano, pero yo sé que desde el cielo ellos estuvieron gozando con nosotros ese precioso Domingo de Pascua.

Saludé a muchas de las familias que estaban en el pueblo y me dio mucho gusto ver que siempre me recuerdan como yo a ellos.

Bajamos otra vez al pueblo y ya con mis hijos Florencio y Araly, con Pily mi hija y Jorge y con Amparo e hijos, Nieves y Marinieves nos fuimos a comer a Matalebreras para regresar a Zaragoza.

Pasaron unos días y volvimos a los pueblos porque siempre quiere uno regresar a donde está la familia y tenemos tantos recuerdos vividos a través de los años...

Salimos de Zaragoza y al llegar a Tarazona ya estaba nevando, seguimos y en Ágreda nevaba en serio, ahí nos sacamos unas fotos, seguimos, y al ir por la carretera hacia Castilruiz se veía una nevada pero grande, la verdad daba gusto ver todo eso y como lucían los pueblos, seguimos, pasamos por Fuentestrún y al subir la cuesta de Trébago era aquello un gran espectáculo, estaba todo nevado, que preciosas se veían la iglesia y los techos de las casas todos nevados, llegamos a la era y en ese momento en mi mente retrocedí muchos años y parecería que veía a mis primos, a mi hermano y a mi, jugando a hacer bolas de nieve en la era, ¡cómo se agolparon los recuerdos en mi corazón y cuántos seres queridos ya nos faltan. Parece mentira que hayan pasado tantos años! Seguimos por la carretera y en la calle bajera llegamos a la casa de la tía Rosario, ahí nos paramos y estuvimos con ellos tomándonos un café, seguimos y fuimos a saludar a la tía Goya, estaba la placilla preciosa, toda nevada, era un espectáculo increíble, salimos y fuimos hasta la balsa para sacar unas fotos de Trébago desde el puente, de verdad que era un espectáculo de película. Parecía Trébago un nacimiento, pues como estaba nublado las luces estaban encendidas, ahí no me canse de verlo y pedirle a la Virgen que como ya tenía que regresar a Torreón, me concediera para el año que viene volver a regresar para verla y estar otra vez en mi querido Trébago.

Así fue como este año 2002 para mí será inolvidable, pues viví cosas en mi pueblo que hacía muchos años no las había vuelto a vivir, y así ya ahora desde Torreón, donde vivo, no me canso de ver las fotos y recordar esos días inolvidables. Por eso comprenderán que, para mí, el estar en Trébago es no solamente un privilegio sino además, un honor.

Aprovecho que les envío este pequeño artículo para desearles a toda la mesa directiva de la revista Amigos de Trébago y a todos los habitantes de Trébago una muy Feliz Navidad y un año nuevo lleno de paz, amor y felicidad, y le pido al Divino Niño que nos conceda la dicha de volvernos a encontrar en nuestro pueblo el año que viene.

Un abrazo, de Chavela.



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