Asociación
  Ayuntamiento
  Dejar tu Firma
  Fiestas
  Geografía
  Historia
  Noticias
  Qué hacer
  Rally
  Revistas
  Ver Libro de Firmas
  Alojamiento rural
 
     
 

Mis charlas con...



por Anita e Isidro Martínez Sánchez

Uno de los paseos más habituales desde Trébago es llegar hasta la Balsa, o hasta las Peñas, o hasta el Juncar, ... (según las fuerzas de cada uno), todos ellos por la carretera de El Espino. Y se pasa por delante de la casa de Anita e Isidro Martínez Sánchez.

Además del saludo, si vas sin prisa, y tienes ganas de hablar, conversación no te ha de faltar si al pasar por su puerta están allí sentados, tomando el aire, descansando, contemplando cómo crecen los trigos de las fincas de enfrente de su casa.

Al pasar el otro día, la conversación derivó sobre historias de chicos, de los recuerdos de la infancia, del trabajo, de la comunión, ...

A este respecto, Isidro cuenta que cuando él hizo la Comunión era costumbre ir pidiendo por las casas para hacer una merienda. Después, con lo que recogían, se organizaba la merienda en casa de uno de los que hacían la Comunión. La casa se elegía a sorteo, "al as de oros", y en aquella ocasión le tocó la suerte a Félix Delgado López, por lo que celebraron la merienda en casa de sus padres.

En este punto interviene también Anita, y es ella quien nos cuenta que hizo la Comunión, entre otros, con José Delgado López, con cuya mujer, Rosita, aún charla de ése y otros temas cuando viene de México por aquí y pasa por su puerta, y que también pidieron por las casas para hacer una merienda.

A raíz de ese detalle nos cuenta cómo cuando eran chicos, un día D. José Delgado Calvo, padre de sus compañeros de Comunión, contrató a varios segadores para que le ayudaran a segar, entre ellos a su padre. Eran los tiempos en los que se segaba a mano, con hoz, se acarreaba con caballerías, se trillaba la parva en la era, se aventaba, ... el trabajo era duro y poco productivo. Pues bien, su padre llevó consigo a Hilario, uno de los hermanos pequeños de Anita, para que aprendiera el oficio. Cuando acabó la faena, D. José fue pagando a los que le habían ayudado, y a Hilario le pagó como a los demás. Le dijo su padre que el muchacho había trabajado menos porque estaba aprendiendo, a lo que D. José le respondió que lo que no había hecho el hijo lo había hecho el padre, así que no había nada más que discutir.


Otra cosa que recuerda con nitidez extraordinaria son poesías. Algunas hechas por ella o en las que ella ha participado, y otras aprendidas.

Entre ellas está la que le recitaron un grupo de amigas a D. Félix Gil, cura que fue de Trébago durante muchos años, cuando tomó posesión como encargado de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, y que decía así:

El día 5 de julio,
día de grandes recuerdos,
Don Félix queda encargado
de la parroquia del pueblo.

A las 5 de la tarde,
con muchísima ilusión,
Don Félix queda encargado
Parroquia de la Asunción.

A Don Félix Gil del Barrio
mil parabienes le damos
que tenga salud y suerte
y que viva muchos años.

A sus padres, sus hermanos,
y familia en general,
todas nuestras felicitaciones
al Ministro del Altar.

Nos despedimos de aquí
con alegría y cantando
todas las autoridades
y los vecinos de Trébago.

Aquella poesía agradó extraordinariamente a D. Félix, que al acabar la Misa se interesó por el autor o autores de la poesía, a los que invitó a merendar a su casa. Allí fueron el grupo de amigas, compuesto por Virtudes Lavilla, Adoración Largo, Concha Martínez, Juliana Martínez, Elvira Santaengracia y Anita Martínez, y según cuenta les dio "un banquete" y una libra de chocolate, que se la fueron a comer a Valmayor.

Otra de las poesías que Anita recuerda es la que junto con su madre prepararon cuando se fue monja su hermana Otilia, como Hija de la Caridad. Profesó en Palma de Mallorca, pero ni Anita ni su madre fueron al acto de profesión, por lo que le hicieron llegar esta poesía que ella recita de memoria:

El día 15 de marzo
es un día inolvidable
porque hace mi hija y hermana
sus votos profesionales.

El día 15 de marzo
no lo olvidaré jamás
porque le he entregado a Dios
una Hija de la Caridad.

Los luceros de mi casa
salen en este momento
a visitar a mi hija
que tengo en ese convento.

Niños que ayudáis a Misa
ayudad con devoción
ya que vais a ver el acto
lo que no puedo ver yo.

Cuando cojo mi cubierto
y me siento en el sillón
me acuerdo de mi madre y hermanos
que tienen buen corazón.

Las cuentas del Rosario
son cuentas y Ave Marías
no te olvides en él jamás
de tus padres Félix y Bernardina.

A San Vicente Paúl
y a toda la Comunidad
esta familia les pide
que no nos dejen morir en pecado mortal.

Esta carta que te escribo
y que de mis manos sale
se grabe en tu corazón
como se graba en el de tu hermana y madre.

Con lágrimas en los ojos
y oprimido el corazón
se quedan tu madre y hermana
que no te han acompañado
el día de tu profesión.

La conversación derivó después hacia otras poesías que recordaba de habérselas aprendido de las coplillas que vendía "El ciego de Villarraso", pero eso es otra historia que dejamos para la próxima ocasión.

[Anterior] [Sumario] [Siguiente]