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Arrieros fuimos...



por Eduardo Domínguez Tutor

Eduardo, el hijo mayor de Hilario Domínguez Orte, de Valdelagua, y María Tutor Barranco, de Trébago, nos cuenta la siguiente historia, relativa a los viajes que hacía su padre por La Rinconada y pueblos de alrededor. A Hilario le llamaban "El Ayuso", apodo que hoy todavía perdura.

Eduardo, entre los años 1948-1955, solía acompañar los lunes a su padre a San Pedro Manrique con el carro de arrieros a vender centeno y avena, y cuenta que sacaban de beneficio en aquella época cincuenta duros (250 de las antiguas pesetas) cada lunes de mercado.

Salían de Trébago a las 4 de la mañana para llegar a San Pedro sobre las 9 de la mañana. Eduardo, que por entonces era un chaval, iba sentado en el carro, y su padre andando todo el camino. Llevaban dos caballerías, Platero y Catalán, y cuenta Eduardo que su padre decía a menudo "tira tira, Catalán, que llegaremos". Comían en San Pedro en "Casa del Rojo", un bar de uno de Valdelagua que apodaban así.

Los jueves, Hilario subía a Soria a por mercancía, en este caso pescado (besugos, sardinas, chicharros, palometa, congrio, pescadilla, ... que luego vendía en Trébago en el portal de su casa. Comía en Soria en un bar en la Plaza de Herradores, que se llamaba Casa Apolonia, y bajaba el pescado en el coche de línea, de la empresa Gonzalo Ruiz.

También, por los pueblos, vendía el pescado y ajos, naranjas, pimientos, ... En algunas ocasiones, cuando el cliente no tenía dinero en efectivo, les cambiaba la mercancía por chatarra y pieles de conejo. La chatarra la llevaba al pajar (le llamaban la vaca tonta) y la envolvía con la paja, y luego la vendía como podía.

Entre los muchos oficios que Hilario tuvo fue Cartero, Tesorero del Ayuntamiento y Depositario de la Cámara Agraria.

El Secretario, el Veterinario, ... iban a su casa a comer sardinas y le decían "El Diputado". Se las comían crudas y bebían vino de la bota.

Recuerda Eduardo que a D. Félix, el cura, que eran vecinos, le cortaba él la leña, y le hacía recados, y que sus hermanos eran monaguillos.

Tenían fincas en Las Hombrías de Valdelagua. Allí sembraban centeno y avena, que luego vendían en San Pedro Manrique. Siempre eran los últimos en terminar la recolección, porque tenían que segar a hoz, ya que allí no cabía ningún tipo de maquinaria. Luego acarreaban con caballerías (a basta) hasta el alto, y allí hacían un montón para después cargarlo en el carro y bajarlo a la era para trillar.

Les ayudaban a segar varios peones segadores que venían de Aguilar del Río Alhama (La Rioja). Cuando se ponía el sol y faltaba para terminar algo de faena, Hilario les preparaba un poco de remojón de pan con vino, echaban unas jotas, y terminaban la faena.

Eduardo se fue a Pamplona en el año 1965, e Hilario y María y su hijo José María se fueron en el 1967.

Al no tener aquí casa, Eduardo nos cuenta que venía muy poco, hasta que en el 1991 fue a Covaleda (los Pinares) a una boda y vino a dormir en Trébago, a casa de su tía Herminia. Fue a visitar a su primo Fidel, que le comentó que vendían una casa, la compró, y desde entonces acude a Trébago siempre que puede.



Muchas son las jotas que recuerda que cantaban mientras segaban, unas más inocentes y otras un poco picantes, como por ejemplo:

Ya se está poniendo el sol
Y hacen sombra los termones
Ya se entristecen los amos
Y se alegran los peones.

El corazón traigo herido
Que me lo ha herido una mora
Y vengo a que me lo cures
Me han dicho que eres doctora.

Al subir las escaleras,
Te vi las medias azules
Y un poquito más arriba
Sábado, domingo y lunes.

Dicen que tienes que tienes
Que tienes un olivar
Y el olivar que tu tienes
Es que te quieres casar.

Debajo del delantal
tienes una campanilla
si me la dejas tocar
te doy una pesetilla.

Yo venía de regar
Y estabas en la ventana
Y me hiciste una seña
Que estabas sola y que entrara.

Catorce gallinas tengo
Que no riñen casi nunca
Si serían mujeres
No podrían estar juntas.

Donde están los de La Rioja
No la pintan los navarros
Ni tampoco aragoneses
Ni los valientes sorianos.
Baja a la cuadra y verás
A mi burra con jersey
Ay, ridiós! Qué bien le está
Que parece mi mujer.

Un zapatito bien hecho
En una buena muchacha
Bien ajustadito al pie ...
¡Cuántos corazones mata!

Por esta calle a lo largo
Echan agua y sal en rosas
Y por eso le llamamos
La calle de las hermosas.

Asómate a la ventana
Y si no a este ventanillo
Y si no tienes ventana
Sal a la puerta, cariño.

Una rubia me lo daba
Otra me lo estaba dando
Y otra rubia me decía
Yo tengo mejor fandango.

En Fuentestrún la Pospós
En Castilruiz La Parranda
En Trébago La Miguela
Y en Valdelagua La Reina.

Échame niña bonita
Lágrimas en un pañuelo
Que las llevaré a Pamplona
Que las engarce un platero.

Ay qué manos para guantes
Para sortijas, qué dedos
Qué cuello para collares
Qué boquita para un beso.

Hilario, les contaba a los peones, cuando le preguntaban que de dónde era, respondiendo con una copla que decía:
Si te preguntan de'ónde eres
Les respondes con salero
De la provincia de Soria
De Valdelagua del Cerro.


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