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Un pastor a los siete años



por Rosi Casado Turrillas

Quiero hacer aquí una semblanza de mi tío, José Casado Martínez, de 80 años, natural de Trébago, hijo de José Casado y Bárbara Martínez (la tía Bárbara).

Es el menor de 8 hermanos, y antes de cumplir los 8 años, y sin apenas ir a la escuela, empezó a trabajar de pastor.

Tuvo una infancia muy dura, en años de guerra y posguerra.

Entre los muchos recuerdos que tiene, destaca la fiesta de "Jueves Lardero" en la que se juntaban los pastores, iban a comer a la ermita y disfrutaban mucho.

Me cuenta, entre sus recuerdos, que una vez, él con algún chico más quemaron unas colmenas. Querían hacer humo para que se fueran las abejas y así coger la miel, pero se asustaron, quemaron todo y se quedaron sin miel y con 1.500 pesetas de multa que les pusieron por todo el destrozo que habían hecho, que era lo que ganaba de pastor en todo el año.

No olvida el Baile de la Virgen, que tantos años bailó, y que a todos nosotros nos gustaría mucho que volviera a bailar, porque sigue estando en forma.

Siguiendo los pasos de sus hermanos mayores emigró a Peralta (Navarra) y trabajó siempre en la agricultura, primero como jornalero y después, como ha sido muy emprendedor y gran trabajador, fue comprando su hacienda, y hoy casi a punto de cumplir 80 años sigue trabajando sus tierras, aunque mucho más relajado.

Hoy vive felizmente casado con Isabel Lorea, y el año pasado celebraron sus bodas de oro matrimoniales. Tienen 2 hijos, Isabel y Javier, y actualmente tienen 4 nietos.

La fotografía en la que aparece de pastor la hizo mi madre, Antonia Turrillas, al principio de los años 40, con su propia máquina de fotos, algo inusual para aquella época.

Como complemento a lo anterior, quiero añadir aquí que su hermano, Alejandro Casado Martínez -mi padre-, nació en Trébago hace 91 años, y falleció en Peralta el pasado 14 de junio de 2010. Gran devoto de la Virgen del Río Manzano, a la que visitaba siempre que tenía ocasión, no faltó a la cita del trebagüés ausente siempre que pudo. En la Edición que se celebró este año no pudo asistir dado su estado de salud, pero siempre soñaba con volver y preguntó hasta sus últimos días "¿Pero cuándo vamos a ir a Trébago?". Fue enterrado con una estampa de la Virgen del Río Manzano entre sus manos.


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