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Excursión a Burgos y Atapuerca



por Pablo Alonso y Beatriz Palomero


Como ya va siendo habitual, la Asociación de Amigos de Trébago organizó un año más una excursión de un día para conocer lugares no muy lejanos al pueblo. Este año el destino elegido fue la ciudad de Burgos y los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, próximos a ella.

Todo comenzó a las 7'30 de la mañana del sábado 25 de agosto, lo que podríamos considerar un madrugón si tenemos en cuenta que los jóvenes nos vimos en la “obligación” de acudir a la verbena de las fiestas de Castilruiz la noche anterior. Todos los excursionistas teníamos dos cosas en común: la cara de sueño y el jersey en la cintura por si acaso, que ya se sabe la fama que tiene Burgos.

Después de 3 horas de viaje (con parada para almorzar incluida, por supuesto) avistamos las agujas de la catedral y el castillo al fondo. Teníamos prevista la visita guiada a las 11, por lo que llegamos justo a tiempo para ver el famoso Papamoscas, una grotesca figura que abre la boca a la vez que otra figura marca las horas golpeando una campana.

Verónica, nuestra guía, nos explicó que la planta de la catedral tiene forma de cruz latina, está dividida en tres naves con seis tramos y tiene un crucero muy prolongado. El edificio es de estilo gótico flamígero en su mayor parte ya que se comenzó a construir en 1222, pero las obras no se finalizaron hasta 1260. A pesar de que la parte principal estaba acabada, obras como el cimborrio o las agujas se realizaron en fechas muy posteriores.

El recorrido comenzó en la capilla de Santa Ana, después vimos la Escalera Dorada, una de las maravillas de la catedral, realizada por Diego de Siloe en el siglo XVI para dar acceso al edificio por la puerta de la Pellejería. A continuación rodeamos el ábside y entramos en la capilla de los Condestables, sin lugar a dudas la más impresionante del edificio y en cuya construcción no se escatimaron recursos. Seguidamente nos dirigimos a la nave central cuyo altar mayor está presidido por una imagen de plata de Santa María; al igual que otros muchos retablos de la época, servía a modo de catecismo para la gente del pueblo, en su mayoría analfabeta, por sus escenas bíblicas. Desde este lugar pudimos a duras penas contemplar el cimborrio, que se encontraba oculto tras el andamiaje colocado para realizar las obras de rehabilitación. Es en este lugar privilegiado de la catedral donde descansan los restos del Cid Campeador y su esposa doña Jimena, que hasta 1842 se encontraban en el monasterio de San Pedro de Cardeña. Otra de las partes destacables es la capilla del Santo Cristo, donde se encuentra una imagen de Jesús en la cruz, toda ella recubierta de piel, y con las extremidades articuladas. Para terminar visitamos el claustro desde el cual se accede a varias salas donde se exponen cuadros y reliquias de la catedral.

Una vez finalizado el recorrido, nos despedimos de la guía y fuimos a la Iglesia de San Nicolás, muy próxima a la catedral, que destaca por su monumental altar mayor grabado en piedra.

Por fin llegó el tiempo libre para dar una vuelta por la ciudad. Algunos se acercaron a conocer la Casa del Cordón, llamada así por el cordón franciscano que aparece en su fachada, y lugar donde los Reyes Católicos recibieron a Colón por segunda vez antes de emprender su viaje hacia las Indias, o el Espolón, y a otras les faltó tiempo para ir a mirar unos trapitos a Zara y al Corte Inglés.

El esperado momento de la comida llegó. El lugar era idóneo, una carpa en el paseo del Espolón junto al reconstruido teatro principal. De primero tomamos unos entrantes de jamón, lomo, morcilla de Burgos, ensalada,... y de segundo chuletillas, todo ello acompañado con vino de la ribera del Duero. Y postre.

Tras una tranquila sobremesa emprendimos el camino hacia el autobús, no sin antes hacernos la foto de rigor, para dar envidia a los que no fueron.

En menos de media hora llegamos a la sierra de Atapuerca, donde conocimos a Beatriz, la que iba a ser nuestra guía en los yacimientos.

El recorrido se basaba en caminar a lo largo de una trinchera artificial realizada para instalar un ferrocarril. En sus laderas se observaban tres grandes cuevas que están siendo estudiadas: la Sima del elefante, Gran Dolina y la Galería, todas ellas con una antigüedad de entre 300.000 y 1 millón de años. En estos yacimientos se han encontrado los restos humanos más antiguos de Europa, que pertenecen al Homo Antecesor, antepasado común del hombre de Neanderthal y de nuestra especie (Homo Sapiens). Por los restos encontrados se puede saber que hacían fuego, que eran carnívoros, que vivían en grupo y que se protegían entre ellos. Se han recuperado todos los huesos de más de 30 humanos, incluso los del oído, y se sabe que el hombre de Pre-neanderthal medía alrededor de 1'70 y pesaba unos 90 kg, por lo que se deduce que eran hombres robustos.

Después de ver los yacimientos, el autobús nos llevó hasta Ibeas de Juarros, donde se encuentra el Aula arqueológica de Atapuerca. Allí pudimos contemplar un esquema general de la sierra con todas sus cuevas, así como fósiles de algunos de los principales restos encontrados durante las excavaciones.

Finalizada la visita nos metimos en el autobús justo a tiempo para evitar la tormenta que nos acompañó casi hasta Trébago. Gracias a que Estela tuvo la consideración de no tocar el micrófono en todo el trayecto, pudimos echar una cabezadita antes de llegar a Trébago, donde unos pocos nos esperaban en la Puerta Verde.

De nuevo la excursión había salido bien y, pese al cansancio acumulado, muchos ya comenzaban a pensar en la del año que viene.

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